Con mucho orgullo, les participamos una parte de la nota periodística del día hoy, publicada por el informativo 21porciento, en la cual se transcriben parcialmente los mensajes de dos jóvenes muralistas participantes en el ENCUENTRO LATINOAMERICANO DE ARTE PÚBLICO Y MURALISMO, TANDIL 2011, la primera intervención fue precisamente de nuestro Vicepresidente, el Mtro. Jesús Cristóbal Flores Carmona, quién fue invitado a dictar esta plática para exponer sus criterios relacionados con el Arte Nacionalista y el Muralismo, y por otra parte el Mtro. Olfer Leonardo (Leonardo Fernández), muralista peruano, quién también expresó su sentir ante las circunstancias difíciles que vive su país y la importancia que tienen este tipo de encuentros, para difundir lo que en algunas regiones de Latinoamérica no es posible. (leer el artículo completo).
Mucho nos halaga esta deferencia para con nuestro Vicepresidente, pero más aún, enterarnos la disposición de los organizadores, para convocar a los jóvenes a externar sus puntos de vista, relativos al trabajo que de manera cotidiana realizar en sus países de origen, esto habla de su gran apertura y de la importancia que le dan al trabajo de la juventud pujante, presente y futuro de la humanidad, enhorabuena y nuestro reconocimiento sincero.
Juan Carlos Garcés
“PINTEN, PINTEN, PINTEN…”: CHARLA MURALISTA A POLIVALENTE
Previo a la puesta en marcha del trabajo sobre público terreno de plaza, los motores tuvieron su calentada en la microsala del Teatro del Fuerte, hacia las 11 de la matina, con una charla introductoria sobre muralismo, dirigida al alumnado de la Escuela Polivalente.
Cristóbal Flores, representante mexicano, inició la charla, explicando que el pintar murales “es una forma de expresar explícitamente una idea de nacionalismo. El contenido del mural debe de tener una fuerza para que las personas, al verla, puedan empaparse de esa misma fuerza. El muralismo no se restringe a un cuadro, no es agarrar un muro y pintarlo por sí. Debe tener un contenido social, un contenido de denuncia, uno de propuesta, para que la ciudadanía reflexione acerca de lo que vivimos cotidianamente, de lo que nos aqueja como pueblo. El muralismo, sin duda, tiene que seguir el mismo ejemplo que nos han legado los grandes muralistas mexicanos”.
Con una Notebook a mano, invitó a contemplar una obra de David Alfaro Siqueiros, “un gran muralista revolucionario, preocupado por su país, por la situación pasada luego de la revolución. El mural siempre tiene que llevar un sello de identidad. En estos tiempos de globalización, en los que el arte se transforma, en donde el arte no toma una misión, sin importar el origen o identidad de donde éste provenga. La globalización hace que el mural se extinga. Los jóvenes pintores se inclinan más por lo contemporáneo. El mural, de hecho, es contemporáneo, pero explícito. Una mujer condenada, un puño que la respalda, que representa la democracia en que México se transformó luego del derrame de sangre, luego de tantos muertos por tantas causas sociales. El muralismo, además de expresar con claridad y con estilo todo lo que nos oprime, tiene algo que nos impulsa a nosotros, como jóvenes artistas: el oficio, la convicción. No es pintar por pintar”.
En ese sentido, Flores ahondó en el hecho de que “la militancia muralista debe ser tomada como una herencia que todos tenemos que adoptar, como latinoamericanos, como países “conquistados”, que de conquista no tuvo nada, fue una invasión. Se llevaron parte de nuestra riqueza, el tesoro que cada nación tiene: nuestra identidad”. Por eso, hizo un llamado urgente a rescatarla. “No olvidarnos de nuestros orígenes. Denunciar en una obra todo lo que nos agobia: hablemos de política, de propuestas, ¡denunciemos!, ésta es la obra mural. Sin importar el estilo, que es libre: cada persona tiene la libertad de crear sus ideas y dejarlas plasmadas en un lienzo. Pero tenemos que seguir en esa línea: la denuncia y el arte para el pueblo, para todos, sin ninguna distinción, porque el arte es público”.
Sobre la unidad latinoamericana, en la que reside la esencia del encuentro, Flores mencionó que “Siqueiros, en una de sus últimas obras, con la que culminó toda su carrera de muralista, pintó una marcha, La marcha de la humanidad, hablando de toda Latinoamérica. Los pueblos unidos, amalgamados, todos en pos de un objetivo: la revolución. Como jóvenes y muralistas tenemos la obligación de seguir y hacer la revolución cultural, que camina hacia una nueva era, hacia el futuro. Es la única forma que tenemos de enfrentar a los países que sufren las carencias de la no identidad, de enfrentar al imperialismo, que lo pretende abarcar todo. Los pueblos latinoamericanos deben estar unidos para que el muralismo no se pierda. Tenemos la obligación, como pintores, de trabajar día tras día. Tenemos que estar comprometidos con el arte. No verlo sólo como un hobby, un pasatiempo. Tiene que ser parte de nuestras vidas. Por eso, tenemos un don que no todo el mundo tiene o descubre: tenemos el don de crear”.
"En el mural debe haber contenido, documentación, para tener argumentos críticos, ante los políticos que están en contra de esta corriente artística. Al muralista, un bastidor no le alcanza, tiene que usar toda la pared, ir corriéndose poco a poco. Eso es el mural: expandirnos, pensar en grande. Una hoja de papel no basta para expresar todos nuestros sentimientos como nación. Adoptemos el mural. Se los agradecería como mexicano, como ciudadano y como artista que ve cómo el mural se va extinguiendo, por muchas causas burocráticas, por mucha falta de sensibilidad popular ante estos menesteres".
Asimismo, instó a "utilizar los medios modernos para poder crear. Eso sí: no se puede pasar a lo contemporáneo sin tener una trayectoria, sin experimentar, sin conocer la pintura, sin conocer el dibujo”, concluía.
Por su parte, Olfer Leonardo (Leonardo Fernández), de Perú, hizo un recuento de su trayectoria por las paredes peruanas y en las de los países latinoamericanos, y de la historia del muralismo al interior de su país. Como la última Noche Triste argenta, en Perú “hubo una cacería de brujas, donde profesores como Félix Rebolledo, murieron en medio de un genocidio, en el frontón, en año 1983. Entonces, así se corta un proceso de creación colectiva, de denuncia, de crítica. Después de la caída de la dictadura de Fujimori, hacia el 2000, se empiezan a democratizar las paredes públicas, sobre todo por esa necesidad de seguir contando qué es lo que pasa, cuál es la necesidad de nuestro país para darle solución a los problemas por los que atravesamos. En ese contexto se enmarca la propuesta mural. Reflejar, denunciar genocidios que aún se cometen, educar, concientizar”.
Comentó que “en el marco de un festival que se llevó a cabo en Cosquín, de título ‘la liberación de América Latina’, nosotros tocamos el tema de la emancipación del cacique Tupac Amaru II. Partimos de una técnica bastante apreciada por estos tiempos: las pinturas automotrices, el aerógrafo, por su bajo impacto ambiental y el reflejo del sol. Trabajar espacios sumamente grandes, por la facilidad que permite para desarrollar el manchado del bosquejo, ya con el movimiento y ritmo plasmado por un lapicero. Limpiar la pared y remover con agua oxigenada, para trabajar sobre la distribución de proporciones sobre el muro mismo”.
“Hay una corriente bastante fuerte de muralizar, de contar, de democratizar los muros, porque todavía tenemos muchos problemas irresueltos. Una política neoliberal que golpea los derechos más fundamentales, las jornadas laborales, el derecho a la educación gratuita, a la salud. Tenemos esa necesidad de seguir vinculándonos y organizándonos en pos de esas problemáticas. Hemos hecho murales, por ejemplo, referidos a los graves problemas propios de la contaminación ambiental”.
Fernández refirió a los allí presentes la experiencia en un mural pintado en Cajamarca, “donde usamos a la espada como símbolo del poder español y la colonia. El saqueo del oro y la figura de Atahualpa en el rescate del último Inca, que iba a dar dos habitaciones de oro y de plata. Los españoles, al ver que tenían al alcance tantos metales preciosos, prefirieron matarlo e iniciar la sangrienta persecución. Trabajamos esa metáfora: todavía, el Inca sigue secuestrado, porque tenemos las compañías mineras que nos siguen saqueando, siguen golpeando los derechos de la población. Cuando empezamos a pintar el mural, una protesta donde hubo cuatro muertos, comuneros, porque rechazaban la intervención de la mina que contamina las cuencas acuíferas... quisimos reflejar el oro dentro del cuarto, saqueando, y la mina, al fondo. En la parte inferior, el movimiento comunero que se desarrolla en mi país”.
“El tema de la contaminación ya no pasa ni puede pasar como desapercibido. Lo trabajamos mucho en colegios. Se han entregado muchas tierras a las transnacionales, incluso para la instalación de refinerías altísimamente contaminantes, despojando a los campesinos de sus propias tierras. Los niños, en esas zonas, tienen de las más diversas enfermedades, y pareciera que nadie se preocupa ni ocupa. Las autoridades en nuestro país no se interesan por lo que nos pasa. Con tal de que hayan ganancias y pagos de por medio…, no tenemos un gobierno que respete a su población. Entonces, para nosotros, estos espacios, estas paredes son el nexo de interacción con la población, con los movimientos sindicales, con los movimientos ecologistas, con los movimientos estudiantiles. Son un puente perfecto para que el arte también eleve los niveles de lucha. Los pulmones, usados como simbología para el reflejo de las enfermedades, las industrias, la sequía, la basura, todo a un lado“, manifiesta.
A partir de este tipo de murales y del impacto que tuvieron en los medios de comunicación de Lima, “en un gobierno que aún no quiere reconocer sus muertos, le resulta incómodo que los jóvenes propongamos al mural como forma de reconciliación, de denuncia y de memoria, y se nos empezaron a cerrar las puertas. Pero no es impedimento, porque entendemos que es lucha de clases, y como tal siempre hay poderes que están dentro del sistema cultural, pero también nosotros convocamos, a la población en general y a los estudiantes de arte, para que se sumen y sigan creando y expresando, de manera libre, su pensamiento y su forma de interpretar la realidad. El camino es seguir muralizando, pero también ampliarnos y utilizar otros medios visuales, como el documental, el cine, la animación, para seguir construyendo. Brindar el arte al servicio de las grandes mayorías”.
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