Estimados Amigos Visitantes y Colegas
Muralistas
Como parte del megaproyecto que estamos
preparando, obviamente relativo al Rescate del Arte Nacionalista y el
Muralismo, a partir de hoy estaremos publicando en este sitio, diversos temas
conexos de gran interés, para quienes nos dedicamos en cuerpo y alma a esta
apasionante actividad, por lo que iniciaremos con el siguiente análisis de la
trascendente labor de Don José Vasconcelos, quién fuera entre otros cargos gubernamentales, Ministro de Educación Pública y precisamente el precursor
del Muralismo Mexicano postrevolucionario, movimiento artístico-plástico
netamente mexicano que traspasó las fronteras de nuestro amado país, desde
principios del siglo XX hasta ahora, y es el legado de México al mundo y al arte
universal.
Jose Vasconcelos en el Mural "Resplandores" en Casa Noste GRUPO EDAM MÉXICO. 2011. Imagen de Archivo |
José María Albino Vasconcelos Calderón
(Oaxaca, 27 de febrero de 1882 - Ciudad
de México, 30 de junio de 1959)
Artículo:
JOSE VASCONCELOS,
IMPULSOR DE LA EDUCACIÓN ATRAVÉS DEL MURALISMO
El escritor y político José Vasconcelos
empleó un instrumento artístico para despertar el gusto de la población por el
conocimiento: la pintura mural.
Ese fue uno de los ejes de su proyecto
educativo al frente de la Secretaría de Educación Pública (SEP), de 1921 a
1924, el cual consistió también en la construcción de escuelas, bibliotecas
públicas, campañas de alfabetización, la enseñanza de las bellas artes y el
humanismo.
José Vasconcelos, siempre expresó su
preocupación por la educación en México y tenía una idea de la importancia de
la educación no en el sentido de la formación escolar, sino en el de aprender
la cultura que transformara la moralidad, el conocimiento y forma de vida de la
población.
El también nombrado Maestro de las
Juventudes de América le dio una gran importancia a la educación estética,
misma que tenía dos vertientes principales, el arte que se inculca a través de
la educación artística desde el departamento de dibujo y manuales de la SEP; y
el impulso al arte a través de murales situados en lugares públicos para que la
gente los vea y se envíe un mensaje cultural
Como impulsor del muralismo, entregó los
muros de diversos edificios públicos a los grandes maestros de la escuela mexicana
de pintura: Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y
Roberto Montenegro, en los cuales se desarrollaron arte y educación, se
captaron las raíces de la identidad nacional y recorrieron con sus “pinceles”
la historia de México.
Vasconcelos propuso educar a las masas
por medio de ideas e imágenes plasmadas en los muros de edificios públicos como
el Colegio de Sal Ildefonso, la Alameda Central, El Palacio Nacional y la
Universidad de Chapingo. En ellos se reflejarían hechos históricos para ser
transmitidos al público en general, como una forma de comprender la historia de
México.
El proyecto buscaba generar una
revolución a través de la cultura, Roberto Montenegro, Gabriel Fernández
Ledesma, Javier Guerrero y otros profesionales coincidieron con Vasconcelos
respecto a que la cultura se debía transmitir al pueblo.
Los primeros murales que se pintaron,
fueron de significados pocos accesibles, un nacionalismo de corte fiscal y de
alegorías.
Vasconcelos convocó a los artistas
Fernando Leal, Fermín Revueltas, Jean Charlot, Diego Rivera, Emilio García,
José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros entre otros. Tuvieron un acuerdo
acerca del papel que cumpliría el arte, cuya misión era “ser una especie de
apóstol de la cultura”. Los murales desde un principio tuvieron una función
social de arte público, no es un arte que se enajene o se venda a nivel privado, se ve, está puesto sobre los
muros y quien circule por el lugar tendrá la oportunidad de apreciarlos.
En varios textos se destaca que, durante
el tiempo que Vasconcelos fue ministro de educación, hubo una total libertad
sobre lo que se pintaba en los murales. No hubo, como se piensa, una influencia
directa de Vasconcelos sobre los artistas, no les proponía tema ni censuraba lo
que en ellos se plasmaba.
A Vasconcelos se le debe reconocer el
haber congregado a los artistas, él los llamó y habló sobre el papel social que
debe cumplir el artista y los intelectuales en general, pues los muralistas
tenían que salir de una torre de marfil y cumplir una misión social entre el
pueblo mexicano a partir de la Revolución.
Hacia 1923 y 1924 se pintaron más
murales sobre narrativas revolucionarias, se hace un inventario de la cultura
nacional, se plasman fiestas, vestimentas, la enseñanza rural, el mitin
político, imágenes que ya están instaladas en el imaginario del mexicano.
Es difícil hablar del muralismo como un
movimiento artístico homogéneo, pero con Vasconcelos tuvo espacios y
disposición desde la SEP. Al dejar el cargo, se endurece la libertad, ya no hay
tantos acuerdos y es hasta la década de 1930 que dicha expresión artística
vuelve a tener un poco más de espacios.
El muralismo, tiene una vocación social,
es arte público que tiene un compromiso muy claro con el nuevo protagonista de
la historia: el pueblo.
Toda la iconografía y el desarrollo de
los programas murales, explicó, tiene que ver con la conciencia que se tiene,
de un arte público que no le habla al especialista y conocedor de arte, o al
mismo gremio de artistas sino que recibe la mirada del público de la gente y
esa es su vocación, ser un arte social.
Las grandes obras murales realizadas en
ese periodo histórico de Vasconcelos como ministro de educación permanecen en
los edificios de la Iglesia de San Pedro y San Pablo, el antiguo Colegio de San
Ildefonso, Palacio Nacional, la Casa de los Azulejos y en el edificio de la
Secretaría de Educación Pública.
Fuente: CONACULTA
Reciban un cordial saludo
Juan Carlos Garcés y Cristóbal Flores